
Mi hermano:
Si hubo algún partido que, definitivamente, no te has debido de perder, pues, ha sido el de este último jueves. Cuando la U, ese equipo por cuya pasión compartimos.
Fue un partido de copa, ante San Lorenzo de Almagro. Sobre el papel, lo lógico, lo esperable era que ganara el equipo argentino. La historia manda. Pero, ese jueves, la crema le dio la vuelta a la historia. Al menos por esa noche.
Con Ñol como eje del equipo crema, la hinchada se ilusionaba con los pases que mandaba para un Calheira en su primer partido oficial y un errático Piero Alva, a quien sus ansias lo terminaron desesperando durante todo el partido. La U no pareció el típico equipo peruano timorato, sino todo lo contrario: eran once guerreros con cuchillos entre los dientes y una mirada que no dejaba resquicios de dudas. Y es así que a los veinte minutos del primer tiempo, una pelota que llegó a los pies de Solano fue mágicamente otorgada hacia Calheira. Este la picó hacia el punto de penal cuando el defensa de San Lorenzo, Jhonatan Botinelli lo barrió y el brasilero solo atinó a caerse. Penal. Tarjeta roja para Botinelli. La euforia en el Monumental en su punto más álgido. Silencio. Ñol pidió el balón, lo acomodó, pateó hacia la izquierda y gol!. Gol crema y el Monumental estalló.
Después del gol y de la expulsión, la crema atacó y atacó. En ese sentido, el espíritu de juego de Miguel Torres por la banda derecha simbolizaba a esa U aguerrida pero ordenada. Que no miraba al enemigo extranjero con la cabeza gacha y con tímidez. Era, como dijo Reynoso al final del partido, un equipo de Copa Libertadores. Miguel Torres corría por todo la banda derecha, se daba autopases y también corría para los precisos servicios de Solano. La U tuvo para más goles. Pero, como todo equipo equipo made in Perú, la crema no fue la excepción e hizo desesperar, sufrir y sudar a su hinchada. Atacó como nunca jugó como siempre. Y así, terminaba un primer tiempo con ese saborcito agridulce. El hincha quería sonreír pero no podía festejar. Sabía que al frente, estaba San Lorenzo. No había que pestañear ni un segundo.
En el segundo tiempo, el partido fue abismalmente distinto al primer tiempo. San Lorenzo, a pesar de tener un jugador menos en la cancha, comenzaba a invadir el campo crema sin el complejo del típico visitante que viene a defender el cero en su arco. Santiago Solari, el indiecito aquel ex jugador del Real y Atlético de Madrid, fue el que pedía los balones y los repartía hacia los centrodelanteros. El silencio en la tribuna- otra característica hecha en Perú por cierto- no se hizo esperar. El Monumental hacía mutis.
Mientras tanto, los comentaristas de Fox Sports parcializaban - cómo no- sus comentarios: "San Lorenzo ya empató". Y parecía que los cuervos hacían eco aquellos comentarios con sus constantes ataques. Todo hacía indicar que venía el empate y después la volteada. El 1 a 2. Y lo de siempre. En el segundo tiempo, la U parecía haber dejado su físico en el camerín, porque a la primera jugada las piernas pedían auxilio. Y la silbatina en la hinchada merengue era cómplice del mute. Lo raro es que Reynoso solo atinaba a dar indicaciones, mas no a hacer cambios. La hinchada reclamaba eso. Pero Reynoso no se deja llevar por la emoción. No trabaja para la hinchada. Pragmático hasta la muerte, el ex técnico del Coronel Bolognesi les daba ánimos y confianza a sus jugadores. Solano podía apenas respirar. Y es que hace buen tiempo no jugaba un partido completo. Igual hacía lo que podía. Dirigía desde la cancha. El cambio de Juan Manuel Perillo, el supuesto 9 argentino de la U, no refrescó en nada al equipo. Encima, una lesión a los minutos de su entrada desperdició la oportunidad de pensar en otra mejor alternativa. Orejuela tal vez. Más bien, el ingreso de Johan Vásquez sí que ayudó. Ese ingreso despertó a Solano. Por fin encontró a alguien con quien maniobrar paredes y pases sin mirar.
Los últimos diez minutos la U recuperó el aire. Tuvo dos oportunidades de gol claras. Una en la que Johan Vásquez se llevó a un jugador argentino y lo quebró en la raya de la banda izquierda. Se animó a hacer la diagonal y centró. Miguel Torres cabeceó pero justo un defensa argentino rechazó el balón. El arquero ya se había rendido. Minutos adicionados más y el pitazo final. La U con sufrimiento pero ganó. Eso era lo importante. Los tres puntos se quedaron en casa. Algo que deberíamos acostumbrar más seguido...
Si hubo algún partido que, definitivamente, no te has debido de perder, pues, ha sido el de este último jueves. Cuando la U, ese equipo por cuya pasión compartimos.
Fue un partido de copa, ante San Lorenzo de Almagro. Sobre el papel, lo lógico, lo esperable era que ganara el equipo argentino. La historia manda. Pero, ese jueves, la crema le dio la vuelta a la historia. Al menos por esa noche.
Con Ñol como eje del equipo crema, la hinchada se ilusionaba con los pases que mandaba para un Calheira en su primer partido oficial y un errático Piero Alva, a quien sus ansias lo terminaron desesperando durante todo el partido. La U no pareció el típico equipo peruano timorato, sino todo lo contrario: eran once guerreros con cuchillos entre los dientes y una mirada que no dejaba resquicios de dudas. Y es así que a los veinte minutos del primer tiempo, una pelota que llegó a los pies de Solano fue mágicamente otorgada hacia Calheira. Este la picó hacia el punto de penal cuando el defensa de San Lorenzo, Jhonatan Botinelli lo barrió y el brasilero solo atinó a caerse. Penal. Tarjeta roja para Botinelli. La euforia en el Monumental en su punto más álgido. Silencio. Ñol pidió el balón, lo acomodó, pateó hacia la izquierda y gol!. Gol crema y el Monumental estalló.
Después del gol y de la expulsión, la crema atacó y atacó. En ese sentido, el espíritu de juego de Miguel Torres por la banda derecha simbolizaba a esa U aguerrida pero ordenada. Que no miraba al enemigo extranjero con la cabeza gacha y con tímidez. Era, como dijo Reynoso al final del partido, un equipo de Copa Libertadores. Miguel Torres corría por todo la banda derecha, se daba autopases y también corría para los precisos servicios de Solano. La U tuvo para más goles. Pero, como todo equipo equipo made in Perú, la crema no fue la excepción e hizo desesperar, sufrir y sudar a su hinchada. Atacó como nunca jugó como siempre. Y así, terminaba un primer tiempo con ese saborcito agridulce. El hincha quería sonreír pero no podía festejar. Sabía que al frente, estaba San Lorenzo. No había que pestañear ni un segundo.
En el segundo tiempo, el partido fue abismalmente distinto al primer tiempo. San Lorenzo, a pesar de tener un jugador menos en la cancha, comenzaba a invadir el campo crema sin el complejo del típico visitante que viene a defender el cero en su arco. Santiago Solari, el indiecito aquel ex jugador del Real y Atlético de Madrid, fue el que pedía los balones y los repartía hacia los centrodelanteros. El silencio en la tribuna- otra característica hecha en Perú por cierto- no se hizo esperar. El Monumental hacía mutis.
Mientras tanto, los comentaristas de Fox Sports parcializaban - cómo no- sus comentarios: "San Lorenzo ya empató". Y parecía que los cuervos hacían eco aquellos comentarios con sus constantes ataques. Todo hacía indicar que venía el empate y después la volteada. El 1 a 2. Y lo de siempre. En el segundo tiempo, la U parecía haber dejado su físico en el camerín, porque a la primera jugada las piernas pedían auxilio. Y la silbatina en la hinchada merengue era cómplice del mute. Lo raro es que Reynoso solo atinaba a dar indicaciones, mas no a hacer cambios. La hinchada reclamaba eso. Pero Reynoso no se deja llevar por la emoción. No trabaja para la hinchada. Pragmático hasta la muerte, el ex técnico del Coronel Bolognesi les daba ánimos y confianza a sus jugadores. Solano podía apenas respirar. Y es que hace buen tiempo no jugaba un partido completo. Igual hacía lo que podía. Dirigía desde la cancha. El cambio de Juan Manuel Perillo, el supuesto 9 argentino de la U, no refrescó en nada al equipo. Encima, una lesión a los minutos de su entrada desperdició la oportunidad de pensar en otra mejor alternativa. Orejuela tal vez. Más bien, el ingreso de Johan Vásquez sí que ayudó. Ese ingreso despertó a Solano. Por fin encontró a alguien con quien maniobrar paredes y pases sin mirar.
Los últimos diez minutos la U recuperó el aire. Tuvo dos oportunidades de gol claras. Una en la que Johan Vásquez se llevó a un jugador argentino y lo quebró en la raya de la banda izquierda. Se animó a hacer la diagonal y centró. Miguel Torres cabeceó pero justo un defensa argentino rechazó el balón. El arquero ya se había rendido. Minutos adicionados más y el pitazo final. La U con sufrimiento pero ganó. Eso era lo importante. Los tres puntos se quedaron en casa. Algo que deberíamos acostumbrar más seguido...
P.D. Paich come back. Warrio and I miss you!!! Qué tal facundo!! jaja! Paich come back!!